
Las muestras y los talleres fueron los puntos más fuertes del evento, en los siguientes post pondré fotos de las muestras y de los talleres y los autores que los dieron.

Hernán Migoya se prepara para su taller de guión, la foto de Karlo Lottersber
Por Enrique PlanasVía El Comercio
Superhéroes y villanos pueden convivir juntos sobre la mesa de noche o la biblioteca. No necesitan salones de la justicia ni sórdidas guaridas, basta que cada semana los reunamos unos por uno, con paciente placer de coleccionista. Se trata de la primera colección de miniaturas de héroes de historieta que se publica en nuestro país, en exclusiva en el Perú con el diario El Comercio.
Así del miércoles 18 de agosto hasta el 24 de noviembre, serán 15 personajes los que podremos llevar a casa: el sombrío Batman, el poderoso Superman, la sensual Gatúbela, el perverso Capitán frío, el astuto Pingüino, el policial Linterna Verde, el inquieto Flash, Robin el joven maravilla, la estupenda Mujer Maravilla, el delirante Guasón, el siempre certero Flecha Verde, además del Acertijo, Aquaman, Lex Luthor y Shazam.
No son juguetes, son figuras oficiales de colección: 15 efigies coleccionables de los Superhéroes de la editorial DC COMICS. Cada pieza de poliresina, pintada a mano, viene acompañada por un fascículo de 20 paginas que dan cuenta de la historia del superhéroe, la evolución de sus representaciones gráficas, su evolución, así como una amplia galería de sus aliados y enemigos.
UNA GATA MUY NEGRA
Dos animales, uno blanco y otro negro, comparten amor y odio, en una fantasía de mestizaje cómicamente frustrada: A Ignacio le encanta odiar a Krazy mientras sea negra, y la ama cuando, por accidente o maquillaje, se ‘blanquea’. Por su parte, Krazy ama a Ignacio solo mientras es blanco, detestándolo si el sol o el hollín cubren su sonrosada presencia.
Ciertamente, resulta evidente que algo retorcido hay bajo el humor racial muy presente en las tiras de Herriman. En el ensayo “Los colores de Krazy Kat”, que acompañó hace una década la reedición completa de sus coloridas planchas dominicales publicadas entre 1935 y 1936, el especialista Jeet Heer demostró cómo este controvertido asunto de la mezcla racial era central en la propia vida de Herriman.
En efecto, durante su vida adulta, la raza del dibujante fue objeto de conjeturas: En 1971, el sociólogo Arthur Asa Berger hizo reescribir la biografía de Herriman al descubrir que en su certificado de nacimiento el historietista aparecía descrito como mulato, mientras que en su certificado de defunción, en 1944, era considerado caucásico.
Para Heer, es evidente que Herriman ocultó sus ancestros afroamericanos, adoptando distintas estrategias para enfrentarse a lo que su sociedad le inculcó como una herencia vergonzosa. Sin embargo, a inicios del siglo XX, su obra aportó una profunda reflexión sobre la identidad, al crear una divertida utopía en la que animales de distintos colores podían confundirse en las batallas del amor