Enrique Breccia nació en 1945 y trabaja profesionalmente en el ámbito de la historieta desde hace más de 40 años. Paralelamente, desarrolla actividades en el campo de la plástica, con exposiciones de sus cuadros en prestigiosas galerías a ambos lados del Atlántico. A lo largo de su carrera trabajó para editoriales de todo el mundo, en los géneros más variados (del sainete costumbrista a los superhéroes de Marvel Comics) y con guionistas importantísimos como Héctor Oesterheld, Carlos Trillo, Ricardo Barreiro, Felipe Hernández Cava, Xavier Dorison, Keith Giffen o Andy Diggle.
Breccia, en opinión de Andrés Accorsi, “lleva el dibujo en la sangre, o tal vez la tinta china sea su sangre. Domina el lenguaje de la historieta con la naturalidad y la soltura con la que se domina la lengua materna, pero su relación con el dibujo es tan fuerte que supera los confines de ese medio. En la ilustración y en la plástica vemos a otro Breccia, que dibuja tan bien como el Breccia historietista, pero que adopta otro registro, porque entiende que el medio es otro y las posibilidades que se le abren también. Puede ser épico o costumbrista, heroico o grotesco, violento o humorístico, puede sorprender con escenas de enorme espectacularidad o con pequeñas viñetas en las que sólo vemos el primer plano de un pie. Maneja como pocos los espacios de la viñeta, la página o el lienzo y ofrece una miríada de elementos o apenas un par de líneas que esbozan un paisaje desierto, según le siente mejor a la historia que quiere contar. Puede dibujar con claridad en viñetas con mucho negro, darle mucho contenido a enormes áreas de blanco, o simplemente optar por el color y dejarnos boquiabiertos con su forma de trabajar los contornos, con su paleta vibrante y original, o con los climas que logra crear mediante el uso (o en realidad, el control molecular) de las distintas técnicas.”
En el prólogo a uno de sus libros, el escritor Juan Sasturain recordaba que “las primeras historietas que vi de Enrique fueron sus páginas para aquella Vida del Che de fines de los '60, que guionó Oesterheld con fe renovada y dibujaron a cuatro manos el Viejo Breccia con oficio y el Joven con poderosa convicción. Siempre me impresionó el comentario filoso de Alberto sobre aquel laburo: “Lo mío no vale nada, lo único bueno en lo de Enrique”. Entre la impiedad y la coquetería, el Viejo (como siempre o casi) tenía razón. Porque esas páginas que contaban en secuencias de blanco y negro rabioso el fuego helado de la tragedia boliviana (la selva, los soldados, las ametralladoras, el combate y la muerte) eran y son, lejos, lo mejor del libro y, más lejos aún en el tiempo y la perspectiva, lo primero que el hijo del veterano maestro publicaba. No tenía 25 años y ya estaba hecho: era un artista. Y había mostrado apenas una cara. [...] Porque Enrique es literalmente un monstruo, es decir, alguien que, como se sabe y por definición, no tiene par, no calza con nadie. Un destino de pocos.”
La exposición ENRIQUE BRECCIA - TODO cuenta con curaduría de Claudio Daniel Herrera, dibujante y especialista en la obra de este artista, y ha sido organizada por Fundación OSDE, con el acompañamiento de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Gral. Pueyrredon. La inauguración tendrá lugar en el Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino (Avda. Colón 1189, Mar del Plata, Argentina) el jueves 3 de junio, a las 19:30 horas.