Superman nació sin color, sólo en blanco y negro. Así llegó al final de la década de los años 30. En aquella época los “chistes” –así se llamaban las historietas ilustradas– eran una de las más valiosas posesiones de un chico. Venían de Argentina y Chile y algunas de Uruguay, por correo marítimo. La demora no tenía importancia, sino la secuencia. Nos enterábamos de las últimas hazañas de Superman (a la vez que las de Mandrake, el Anfibio Maravilloso, Dick Tracy, el Llanero Solitario, etc.) semanalmente. Si había algún problema de transporte y los chistes no llegaban dentro de la semana, había gran suspenso.Tomás Unger/ artículo completo
Cuando eso sucedía llegaban dos juntas y era importante leerlas en el orden correcto, si no, uno se enteraría del desenlace antes de tiempo. Desde el inicio Superman volaba, veía a través de las paredes y –a mi parecer su principal habilidad– movía cosas sin tener un punto de apoyo, desafiando las leyes de la física. Para eso venía de Kriptón, donde se podía hacer esas cosas. Sospecho que las escenas de la redacción del diario donde trabajaban Clark Kent, Lois Lane y el aolescente fotógrafo que los acompañaba, convencieron a más de un muchacho de que el periodismo era una carrera maravillosa.
jueves, 10 de febrero de 2011
Tomás Unger sobre Superman:"... movía cosas sin tener un punto de apoyo"
Tomás Unger es un reconocido divulgador de ciencia y tecnología, nacido en Cracovia, Polonia, pero afincado en el Perú de profesión ingeniero Unger se ha dedicado a escribir en diversos periódicos sobre temas de automovilismo, ciencia, y la columna Crónicas Hepáticas. Por sus artículos de divulgación científica ha recibido varios premios internacionales.
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