martes, 23 de diciembre de 2008

Juan Serpa Meneses, la lucha como vocación


Se llamaba Juan y era un amigo.
He perdido un gran amigo, pase gran parte de mi juventud recibiendo su consejo y guía desde los catorce a los 21 años fui su acólito, charlista, cantatante de coro, reclutador de niños, recopilador de diarios y hasta vendedor de rifas en la procesión para ayudar en la reconstrucción primero de mi parroquia, Nuestra Señora de Monserrate, luego vino el comedor y el colegio de ahi empezaron mis estudios en la Universidad y el asumir ortras responsabilidades. Recuerdo algunas d esus frses refiriendose a mi cuando en medio de las campañas y el trabajo me plantaba para cuestionar alguna de la tareas que se me encomendaba, "este zamarro" me decía luego con paciencia (que no era precisamente caracteristica de él cuando estabamos en alguna tarea parroquial) me explicaba que nosotros eramos "siervos de los siervos de Dios", asi era el militante, indignado ante la injusticia y la pobreza y siempre renunciando a su individualismo como ofrenda de humildad a Dios.
Tenía temple de acero, y un talento innato para organizar todo como una empresa, solo asi se explica como pudo mantener, colegio, comedor infantil y centro de estudios para mujeres en Huachipa a partir de la caridad y el desprendimiento. Era duro con los feligreses que desviaban el camino, pegaba unos sermones de una hora que pronto se hicieron muy populares en misa de siete, creo la misa para niños, para abuelitos, la quechua parlantes, alguna vez a pesar de ser ya un grandulon mno titubeo en pegarme una jalada de orejas cuando penso que yo era mas aficionado a las fiestas que a los estudios, ahora se lo agradesco, se llamaba Juan y era mi amigo.

Descansa en Paz.

Javier Prado


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