¿Conocemos toda la historia de la gestación del psicoanálisis? ¿Fue Freud el objeto sexual sometido a aberrantes prácticas por Friedrich Koetler, fundador de la Congregación Psicoanalítica Disidente de Brindenbourgh? ¿Porqué se desclasifican recién ahora, casi cien años después, los sórdidos lazos que unieron al psicoanálisis con el movimiento literario Die Blau Feder y escamotear detrás de la sátira lo que estaba destinado a convertirse en la psicoanalización del psicoanálisis? ¿Qué cadena de complicidad fue necesaria para mantener oculta esta historia de sexo, amor travestido y traición en la Viena post-imperial?
Deberá transcurrir casi un siglo hasta que la curiosidad intelectual de un editor singular, Klaus Kredilberg, logre reflotar la idea. Porque es recién en 1998 cuando Kredilberg encarga a Lajos Borcjans una drástica depuración de la obra. El escritor se encontrará entonces ante un imprevisto que dará orígen a numerosos estudios posteriores: la prolongada convivencia del material en los archivos había posibilitado la migración de los yoes desde las fotos hacia los dibujos, lugar donde se hacía imposible identificarlos. Así, yoes, prototipos freudianos, autores investidos como personajes y hasta lectores anónimos atrapados en ficción para protegerse de la realidad, se agolpan ante sus ojos en un grupo homogéneo de selección y separación imposibles. Aunque corrompidos, las actuales técnicas digitales permitieron la recuperación de algunos de aquellos archivos originales y Sigmund, Fraude & Psicoanálisis fue reconstruído íntegramente y publicado recientemente en la Argentina (de venta por Internet en http://www.horaciocardo.com , donde pueden contemplarse muchas de las ilustraciones).
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