Otro hallazgo de Cossio es cómo reparte parejo para los dos lados. Barbarie no es una reivindicación de los senderistas ni de los milicos: es un clamor de justicia para las víctimas de ambas facciones, en su mayoría gente muy humilde, quechuaparlante, lugareños de pequeños poblados de las sierras, virtualmente excluídos del sistema incluso en gobiernos supuestamente democráticos. Como si la vida les hubiera cobrado barato, esos hombres, mujeres y niños tuvieron que pagar, además, los excesos de ambos bandos durante este sangriento conflicto armado. Cossio no nos ahorra momentos de horrendo estremecimiento: secuestros, violaciones, torturas, fusilamientos, cadáveres arrojados a la fosa común, pueblos enteros incendiados, aldeanos sepultados bajo sus propias casas, derrumbadas con bombas y granadas. Los buenos de esta película no llegaron vivos al día del estreno.
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viernes, 17 de junio de 2011
Elogiosa reseña para "Barbarie" en Argentina
Andrés Acorssi es uno de los críticos y promotores de la Historieta argentina con mayor presencia en medios, él llegó el año pasado por estos rumbos con motivo del LimaComics, aprovechó para surtirse de las publicaciones nacionales y a través de su blog 365 Comics por Año podemos leer sus reseñas y criticas a los comics que esta leyendo, esta vez el turno fue para "Barbarie" de Jesús Cossio , editorial Contracultura , el comentario de Andres un sempiterno amante de las historietas no hace sino confirmar el gran momento de Cossio dentro del comic nacional. Bravo por eso!
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martes, 2 de noviembre de 2010
Carlín, habla de "Barbarie" de Jesús Cossio
BARBARIE, DE JESUS COSSIO
He conocido a Jesús Cossío muy recientemente, cuando vino acompañado a Benjamín Corso a mi estudio, para pedirme que presentara el libro Barbarie – Comics sobre violencia política en el Perú.
No creo ser la persona más indicada para presentar este trabajo, porque casi no dibujo comics ni soy entendido en la materia, pero no quise negarme a hacerlo, primero, porque me sentí honrado por la solicitud, y segundo, porque ya conocía y admiraba el trabajo de Cossío desde tiempo atrás, y no quise desperdiciar la ocasión de conocerlo finalmente.
Fue precisamente en la librería Contracultura, de Benjamín Corso, donde hace varios años descubrí la revista Pánico, que llamó poderosamente mi atención, tanto que la compré y, más aún, hice algo que no acostumbro: escribir un correo a la dirección electrónica que allí figuraba, elogiando la publicación. Me encantó el espíritu libertario, fresco y al mismo tiempo muy culto, así como atrevido y hasta delirante, de la revista. Mi colección de Pánico se reduce a dos números, ese y el segundo. No sé si continuó saliendo.
Sí sé que Cossío continuó impulsando otros proyectos de revistas como “Juventud moderna” o “El cerdo volador”, blogs como “El otro tambor” o “Tormentas en un vaso de agua”, y libros como “Rupay” o “Un árbol en los confines del mundo”, Además de colaborar en “El Otorongo”, del que recientemente se apartó por discrepancias con la línea editorial.
Revisando esos y otros trabajos de Cossio que aparecen en Internet es posible darse cuenta de que su autor es una de las más importantes figuras surgidas en los últimos años en el comic peruano, que ha consolidado un estilo propio y que ha sido consecuente con su línea y sus ideas, algo cada vez más raro, y por ello valioso.
No conozco tanto, como dije, el mundo del comic, como para rastrear en el trabajo de Cossio las muchas influencias que debe tener, pero puedo darme cuenta de que sus historietas están en la gran corriente del comic subterráneo y alternativo, cuyo más venerado cultor y mito viviente es Robert Crumb, quien diera inicio al movimiento con la aparición, en 1968, de Zap Comic, y creara personajes memorables como el gato Fritz o Mr. Natural.
Precisamente en “Pánico”, Cossio rinde tributo al gran maestro Crumb reproduciendo una página genial, donde dos personajes, metidos en una estrecha caja, se quejan de lo reducido de su mundo y maldicen su desdicha cuando, accidentalmente, uno de ellos hace un agujero en el costado. Atemorizados, discuten qué hacer luego, y deciden tapar el forado. En el cuadro final, vemos que la caja está situada en medio de un hermoso parque, un edén al que esos infelices, prisioneros de sus temores, se niegan a acceder.
Cossio es un valioso y valeroso seguidor de la actitud irreverente, transgresora, inconforme y contestataria del comic alternativo, que tuvo muchos cultores importantes en Estados Unidos, como Moscoso, el guionista Harvey Pekar (recientemente fallecido), y más recientemente, aunque en una vertiente algo más refinada, Daniel Clowes, creador de Ghost World, Jordan Crane y Ron Rege, entre los pocos que conozco.
Es premunido de este valioso bagaje que Cossio ha podido emprender la difícil tarea de documentar, en el lenguaje del comic, varios hitos de la violencia política del Perú ocurridos entre 1985 y 1990, reunidos en el libro que hoy se presenta: los asesinatos de Pucayacu II, la matanza de Accomarca, la masacre de Aranhuay, la masacre de Pacccha y, finalmente, la matanza de los penales d 1986.
Enfrentado a la enormidad de los hechos, el autor ha tomado sabiamente la opción de evitar el tremendismo y la grandilocuencia, adoptando, por el contrario, un tono deliberadamente conciso, escueto y hasta podría decirse, lacónico. La “despersonalización” de los actores podría ser acusada –como el propio Cossio lo menciona en su nota de presentación– de esquemática o maniquea, pero tal señalamiento sería un error. El tono contenido y hasta hierático del tratamiento, precisamente, hace más estremecedor el relato. Los planos son precisos, muchos de ellos frontales, como se estila en el cine minimalista de hoy en día. Estoy pensando en el finlandés Kaurismaki, en el coreano Chang Wook Park e, incluso, en los célebres hermanos Coen, en su vertiente menos jocosa, aquella de “El hombre que nunca estuvo” y ”No es país para viejos”, película, esta última, donde el tratamiento de la violencia tiene el mismo tono distanciado y riguroso que creo notar en Cossio.
La aparente “despersonalización” de los protagonistas es también una característica de la historia que da origen a la última película mencionada, la novela del mismo nombre del notable escritor norteamericano Cormac Mc Carthy, de quien soy un rendido admirador, y de otras obras de este genial narrador, como “La carretera”, “El guardián del Vergel” , y la trilogía de la frontera.
En “Matanza de Accomarca”, por ejemplo, hay una sucesión de tres primeros planos, frontales. En el primero, el teniente pregunta al superior: “¿si durante el operativo, algún poblador pareciera por la quebrada de Huancayoc, debemos considerarlo como uno de los terroristas?”. Sigue un contraplano, de los oficiales superiores, sin texto, graficando un tenso silencio. Luego, un gran primer plano del rostro del capitán, con un pequeño globo de texto y un escueto “si”, que se asordina en medio de un espacio vacío.
En la página siguiente, una elipse nos sitúa en la quebrada, donde suenan los disparos que dan inicio a la acción armada. Abre la página un magnífico gran plano general de la quebrada, y sigue un acercamiento a manera de zoom.
También el trazo de Cossio es perfectamente coherente con el tratamiento elegido. La líneas precisas y los laboriosos reticulados de texturas y grises refuerzan la intención de producir un testimonio minucioso, desapasionado en lo posible, de los gravísimos crímenes que han marcado nuestra historia y que trabajos como este, tributario confeso del monumental informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, buscan ayudarnos a procesar, en búsqueda de la justicia, la reparación y por el bien de todos los ciudadanos, para que la historia no se repita.
Carlos Tovar, Octubre de 2010.
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