Cuando el cómic se hizo adulto, Crepax, Forest, Peellaert y Cuvelier en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas.

LOS MAGISTRALES GUIDO CREPAX, JEAN-CLAUDE FOREST, GUY PEELLAERT Y PAUL CUVELIER LLEVARON AL CÓMIC A LUGARES NUNCA ANTES EXPLORADOS

BRUSELAS [EFE]. Arte pop, revolución sexual y psicodelia. De ese explosivo coctel bebieron los autores Guido Crepax, Jean-Claude Forest, Guy Peellaert y Paul Cuvelier para crear el cómic erótico en los años 60, protagonista de la muestra “Sexties”, inaugurada ayer en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas.

La exposición reúne por primera vez un centenar de planchas originales, dibujos, esculturas, proyecciones y ampliaciones de viñetas a gran escala que retratan esa época en la que el cómic dejó atrás su infancia y se hizo adulto.


Pero las verdaderas estrellas de “Sexties” (abierta al público hasta el 3 de enero) son Barbarella, Valentina, Pravda y Emmanuelle, entre otras heroínas elevadas a la categoría de mitos eróticos por varias generaciones de lectores.

En plena ebullición creativa y metamorfosis social, el italiano Crepax, el francés Forest y los belgas Peellaert y Cuvelier desterraron los tabúes y complejos del noveno arte para expandir sus posibilidades expresivas y llegar a un público exclusivamente mayor de edad. “Sus obras modificaron la evolución del cómic no solo para dirigirlo a un público adulto, sino para hacerlo adulto en sí mismo”, explicó el curador de la exposición, Pierre Sterckx.

Desde un punto de vista siempre masculino —dado que los cuatro autores son hombres—, las viñetas expuestas incluyen desnudos explícitos, escenas lésbicas, sexo con animales y robots, voyeurismo e incluso masoquismo, pero sin llegar a traspasar la línea que separa al erotismo de la pornografía.

El gran maestro de la historieta erótica es sin duda Guido Crepax (1933-2003), quien tuvo una producción más abundante y se atrevió con contenidos de más alto voltaje. Crepax creó en 1965 el personaje de Valentina, una fotógrafa inspirada en la actriz de cine mudo Louise Brooks, y revolucionó la historia del cómic con su narrativa basada en “flashbacks”, alucinaciones y delirantes fantasías sexuales.