viernes, 5 de junio de 2009

Historia de la Araña NO, contada por su autor


La arañita comenzó a vivir en el verano de 1987. César Hildebrandt me había llamado unas semanas atrás para que me encargase del suplemento “¡No!”, de la revista “Sí” que estaba por nacer. Carlos Maraví era el dueño de la publicación, el hombre que ponía la plata para un proyecto ambicioso: Tener una revista importante. Las oficinas estaban en el edificio de Capeco. Allí encontré a gente que conocía de otras aventuras periodísticas, como Ricardo Uceda, Toño Cisneros, Víctor Hurtado… Pero no conocía a la mayoría de reporteros, jóvenes, una nueva generación, chicas bonitas, y también jóvenes que bailaban al son de Los Prisioneros, como Oscar Malca, o veteranos fogueados en el periodismo de investigación como Edmundo Cruz. Hildebrandt estaba convocando a un equipazo, dispuesto a crear la mejor revista nacional. No era una tarea fácil, estaba la consolidada “Caretas” con su estilo ágil y su toque de creatividad y buen humor.


El proyecto me pareció un desafío también en términos personales. Mis experiencias colectivas anteriores se habían dado en publicaciones de las que uno se sentía dueño, aunque en rigor no lo fuese: “Monos y Monadas”, “Marka”, “La Calle”, “El Diario de Marka”, “El Idiota”… Uno caminaba en sus locales como si fuera su casa. En “Sí” la empresa era de Maraví, a quien no veíamos con frecuencia ni era, claro, uno de los nuestros, sino un empresario exitoso. Esos guachimanes bien armados que cuidaban el local y a Hildebrandt tampoco eran de los nuestros, no los habíamos tenido jamás en los otros trabajos. La empresa Río Blanco, que editaba “Sí”, era una empresa capitalista y eso me pareció interesante, había que aprender a desempeñarse en ese marco.
Trabajar con César Hildebrandt, haciendo una revista de humor, no era lo que se dice algo “ligth”. Con el suplemento “¡No!” él tenía una relación en dos tiempos: No se metía mientras lo elaborábamos, pero en cuanto se publicaba me llamaba a la dirección y atacaba sin piedad casi cada producto. Mi tarea era defender el trabajo de mi gente. La edición, felizmente, comenzaba lejos de la revista, nos reuníamos en mi casa y de allí cada uno partía a dibujar o escribir en su casa. En la relación con Hildebrandt hubo muchos momentos tensos, pero, con todo lo dicho, nos dejó hacer y eso se agradece.

La Araña No debe su nombre al suplemento “¡No!”. Quise un personaje que representara al suplemento, pero no sabía qué sería, si un perro, gato, persona o cosa. Estaba en esas cuando una arañita, de las que llaman papamoscas, saltó entre los libros que tenía sobre el escritorio y decidí que el personaje estaba allí, sería una araña. La dibujé como una pelota negra con patas, más fácil no podía ser. Acordamos con Pepe Sanmartín que él utilizaría la figura de esta arañita en la diagramación y en viñetas de humor que aparecerían dispersas en la publicación. Yo la haría en historieta. Lo de PP duró cinco ediciones, mi historieta duró cuatro. Después la retomé y se extendió varios años.
La Araña No sobrevivió a la revista “Sí”, y aún al diario “El Mundo”, donde estuvo en 1995. Las primeras aventuras se publicaron a razón de una página por semana, después subió a dos, y en “El Mundo” llegó a una página diaria. Puedo recordar ahora cómo nació, en la casa de Pueblo Libre, de noche. Vi durmiendo a mis hijos Juan Francisco y Gabriel, partí de ese cariño, como si la hiciese para ellos y para muchos niños como ellos…
Juan Acevedo


La Araña No, es ademas un libro recopilatorio que pueden encontrar por el momento en Librería Contracultura(AV. LARCO 986 MIRAFLORES) donde ademas podrán encontrar otras dos obras del mismo autor y mucho cómics mas.

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