miércoles, 28 de septiembre de 2005

Yuquimori , un poema de Nicolás Yerovi




Estaba Arberto calato
tomando una rica ducha,
cuando de pronto escucha
que le timbra el aparato
-telefónico, se entiende-,
el timbre a él lo sorprende,
esto me pasa -se dice-
por bañarme y lo maldice.

Y como nunca cesaba
el teléfono su bulla,
repicaba y repicaba,
Arberto que se aturulla,
se le resbala el jabón
y es tan piña que lo pisa
y se dan un gran coscorrón
por salir con tanta prisa.

Completamente mojado
se incorpora lentamente,
en la frente lastimado
y resbala nuevamente.
¡Pobrecito el pajarito!,
da de aullidos, lanza un grito,
pues se clava la rendija
de la tina en la verija.

Arrastrándose, calato,
De dolor llega y levanta
Por el tubo el aparato,
¡cuánto duele, no lo aguanta!
-Aló, ¿quién es er que jore?
me he reventaro este uñero
-Discúlpeme usted ingeniero,
espero que se mejore.

-¡Pero quién habra, caramba!
-Soy un patita al que usted
alguna vez le dio chamba
-¡Diga de una vez quién es!
-Trafeñí, su ex canciller
y lo llamo porque ayer
me ha ensartado Montesinos
-A mí me importa un comino.

-Es que él abrió la bocaza
y dijo que a los hermanos
del Congreso ecuatoriano
les pagó una gran coimaza
-Escucha bien, Trafeñí,
yo toy muy tranquilo aquí
en mi econdite tokiota
para ecuchar a un iriota.

-¡Y ahora qué hago, qué tal palta!
en qué sombrío escondite
escondo mi Orden de Malta,
tanto chongo no permiten
y quizá hasta me la quiten
por haberla deshonrado
y usado en el excusado
¡ni siquiera la he lavado!

-Sólo una idea me asarta:
que agarres tu Orden de Marta
y en forma de cucurucho,
pudiendo dolerte mucho,
la escondas en cierta parte,
y ya no quiero escucharte
que estoy full time dedicado
a disfrutar lo robado.

Nicola Yerovi Sam

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