Con la partida de García Ferré se va muchos de los recuerdos más lindos de la infancia de millones de Argentinos y latinoamericanos. Este hombre nacido en Almería (España) pero argentino por propio derecho y honor deja un legado de personajes entrañables como Anteojito, Hijitus, Larguirucho y Petete, aquí por la década del 70 uno podía encontrar muchas revistas infantiles, muy bien impresas con magníficos dibujantes y un regalo extra mas, una de ellas por supuesto era Anteojito, que en cierto modo abrían el conocimiento de otras revistas, como la Super-Hijitus, Patoruzú, Billiken (que era su competencia directa) ademas de las siempre masivas Intervalo, D´artagnan , o el Tony.
Hoy lanación.com informa así de su fallecimiento.
Manuel García Ferré, uno de los historietistas más reconocidos del país, falleció esta mañana durante una operación de corazón, según informaron sus familiares.
García Ferré murió durante una operación del corazón que se le practicó en el Hospital Alemán de esta Capital, al que había ingresado previamente para hacerse un chequeo, según la agencia DyN. Sus restos serán inhumados en el Jardín de Paz, de Pilar.
En sus más de 60 años de trayectoria, García Ferré ganó el reconocimiento de varias generaciones a partir de la creación de personajes infantiles, como Anteojito, Hijitus, Larguirucho y Petete.
García Ferré nació el 8 de octubre de 1929 en Almería, España, y a los 17 años viajó hacia la Argentina junto con sus padres, escapándose de los años difíciles de la España de la posguerra civil.
Una vez aquí, rindió las equivalencias del bachillerato que había cursado en España e ingresó en la Facultad de Arquitectura. Para poder subsistir, trabajaba como free-lance para agencias de publicidad, y por las noches comenzaba a darle forma a su futura galería de personajes.
"Mis personajes tienen un fin didáctico o moralizador porque expresan ternura, sabiduría en lugar de violencia o expresiones de mal gusto. Creo que haber sufrido la Guerra Civil Española hizo surgir en mí la idea de buscar personajes que fueran símbolos de comprensión y de paz", contó en 1999.
http://www.clarin.com/espectaculos/personajes/Murio-Garcia-Ferre-Hijitus-Larguirucho_0_890911054.html
http://www.latercera.com/noticia/cultura/2013/03/1453-516091-9-muere-manuel-garcia-ferre-el-creador-argentino-de-hijitus-y-petete.shtml
http://elsolonline.com/noticias/view/168112/garcia-ferre-no-matemos-al-nino-que-todos-llevamos-adentro-
http://www.buenosairesherald.com/article/127441/cartoonist-garc%C3%ADa-ferr%C3%A9-dies
MENSAJE DE A.A.C.A. (Asociación Argentina de Cine de Animación):
Lamentamos comunicar el fallecimiento de Manuel García ferré, pionero de la animación Argentina. Creador de personajes inolvidables que acompañaron a generaciones de niños
argentinos desde su revista escolar Anteojito y desde la televisión y el Cine. Productor del primer largometraje color en dibujos animados con personajes y contenidos de idiosincrasia nacional. Ya en 1977, desde A. A. R. C. A. (Asociación de Realizadores de Cine de Animación Argentina) , antecedente de la hoy A. A. C .A. --ASIFA Argentina, reconocimos su trayectoria y sus aportes a la animación Argentina. Entre ellos el de hacer de su Estudio
una permanente escuela de dibujantes animadores cuya experiencia y calidad de trabajo permitió iniciar la industria de la animación nacional. Y además un equipo de artistas de la
voz, que completando el carácter de personajes por él creados, dió a estos una vivencia que aun pervive en los niños de ayer. Desde hoy se incorpora a los pioneros que desde hace casi cien años iniciaron este proyecto de industria cultural. Ejemplo de comunicador y espíritu empresario nos deja en compañía de sus personajes tan queridos,
Casa velatoria: O'Higgings 2842 y Congreso. C.A.B.A
Oscar Mario Desplats
Presidente AACA-ASIFA Argentina
http://www.aaca.com.ar/
Una galería homenaje en el FACEBOOK de LaNuez.
García Ferré, la infancia de todos
La muerte de Manuel García Ferré (8 de octubre de 1929 – 28 de marzo de 2013) enlutó a todas las generaciones que, desde los años 50 a esta parte, transitaron su infancia en compañía de sus entrañables personajes. Y está claro que esto (nos) abarca a todos: desde aquellos que se criaron jugando a la bolita o compitiendo a embocar un balero –para los cuales la aparición de la televisión en sus vidas y la llegada del hombre a la Luna fueron eventos relativamente comparables- hasta el piberío de ahora, que navega en internet y juega más al fútbol en la consola de videojuegos que en el potrero.
POR NÉSTOR RIVAS - Especial para Ñ Digital
Manuel García Ferré tenía 83 años.
García Ferré fue uno de los artistas más populares que tuvo la Argentina. Quizás, el mayor de todos. Al fin y al cabo, el hombre cortó ancho, porque se hizo fuerte en la infancia, a la que le regaló aventura, imaginación, sentimiento y la sabiduría infinita de Petete.
Que ´nuestro´ Walt Disney haya recalado en estas pampas, debemos agradecerlo a la fortuna, porque como se ha recordado hasta el cansancio en estas horas, nació lejos, en España, y llegó a Argentina ya grandecito, a los 17 años. Y por fortuna también, alguien en Billiken le dio bolilla a los dibujos que el estudiante de arquitectura García Ferré llevaba en su carpeta y con los cuales trajinaba las redacciones de las revistas. Más tarde, los compinches de Pi-Pío –personaje central de aquellas historietas iniciales-, Hijitus y Oaky, conocerían el estrellato, aunque para ello debieron mudarse de la modesta Villa Leoncia a la más citadina Trulalá.
García Ferré fue un genio que no deja herederos artísticos. La distancia entre su obra y otros intentos locales en materia de animación, es abismal. Sin dudas, fue el patriarca de los dibujos animados made in Argentina. Sus largometrajes animados abrumaron -en materia de convocatoria- a ilustres competidores extranjeros, aunque se tratara del enésimo relanzamiento La Guerra de las Galaxias de George Lucas o de los talentosos chicos de Pixar. Les ganó a todos, aun disponiendo de menos presupuesto y tiempo y de recursos infinitamente más artesanales, pero lo hizo a fuerza de una imaginación prodigiosa. Más allá de la sencillez de sus planteos (lo bueno, noble y saludable del lado de ´los buenos´; la ambición desmedida, el resentimiento y el tabaquismo, del lado de ´los malos´), la originalidad de sus personajes fue y seguirá siendo superlativa. Las palabras mágicas de Hijitus (“sombrero, sombreritus, ¡conviérteme en Superhijitus!”), el lema de Oaky (“tiro, lío y cosha golda”) o el “rrrretonto” con el que el profesor Neurus estigmatizaba a sus secuaces, formarán parte del acervo popular por varias décadas más, del mismo modo que Larguirucho seguirá boyando entre buenos y malos (es un buenazo, pero medio corto de luces y no hay manera de hacerle entender, por más fuerte que se le hable). Del mismo modo, el Boxitracio continuará a los golpes, la colilla de Pucho jamás se consumirá, Anteojito seguirá viviendo con su tío Antifaz y habrá que ver la suerte del magnate Gold Silver, de acuerdo a su exposición en el mercado de derivados financieros…
García Ferré fue un artesano, un precursor. La comparación con Walt Disney no es arbitraria. No sólo porque utilizó la misma cámara con la que el viejo Walt filmó las inmortales Pinocho, Bambi y Dumbo para realizar –sesenta años después- Manuelita y Pantriste. García Ferré fue también un genio del merchandising -¿cómo soslayar la alianza estratégica que mantuvo por largo tiempo con la fábrica de golosinas de inefable heredero y que nos brindó tantas alegrías y muñequitos?- y lideró el mercado editorial infanto-escolar con la imprescindible “Anteojito” durante 30 años.
Sus cortos animados –que con intervalos produjo entre las décadas del 60 y 90 y midieron altísimos niveles de rating en cada repetición- fueron la primera serie de dibujos animados realizada en el país. Visionario, a finales de los años 60 ya producía en color, pensando en el futuro de la televisión. Era una verdadera ´patriada´ rodar esos breves cortometrajes (te lo digo ahora, García Ferré, sin resentimientos, ¡pero eran demasiado breves! ¡en un desliz, por ir al baño, me los podía perder!) dibujados a mano, a razón de 18 dibujos por segundo. Para producir “Ico, el caballito valiente” (1981), fueron necesarios dos años de trabajo y 600.000 dibujos, realizados en los estudios que García Ferré mantenía en el edificio Apolo, cerquita del Obelisco.
Lo dicho: fue un precursor, un artesano y un visionario, animado por una imaginación prodigiosa y un amor ilimitado por su trabajo. En una de sus últimas apariciones públicas, en la ciudad de Posadas (Misiones) a fines del año pasado, declaró que pretendía morir trabajando. Y así fue.
Sin lugar a duda, todas las generaciones que actualmente habitan este suelo, lo despiden con tristeza. Y los ciudadanos de Trulalá ni te cuento, porque han perdido un padre amoroso.