Crónica a Aldo Shiroma
El juego de los animales
Tienes que hablar con Aldo Shiroma, fueron las palabras que iniciaron este viaje. Aldo Shiroma, un escultor al que siempre quise conocer, la oportunidad no podía ser mejor.
Así armado con un fotógrafo, me fui en su búsqueda. Aldo muy apaciblemente nos recibió en su casa. Al cruzar su puerta, sentí que había cruzado un espejo, que había tomado la pastilla roja de Matrix.
Sentado en una mesa muy simple, empezamos ha conversar. La simpleza de la mesa hacia mas evidente todo el entorno, a su espalda, un león, hecho de madera, no dejaba de mirarme, y yo hacia lo mismo. Este León es una de sus esculturas, o quizás es uno de sus cuadros. En realidad es las 2 cosas, ¿por que? esta colgado en una pared, en un fondo súper violeta, hecho en forma de rompecabezas, de allí surge el león, pero es un león de una selva de cemento, es un león humanizado, como escapado de un programa de dibujos animados, una misteriosa mezcla de Hanna y Barbera, con un anime.
Nuestros primeros puntos en común son los dibujos animados y el comic, por allí trato de abordarlo, pero la conversación encuentra un punto en común muy curioso. Ambos fuimos asmáticos de niños, intercambiamos historias de cómo dormir incómodamente sentado, para no sentir que te mueres ahogado.
Aldo fue un verdadero campo de batalla para sus padres, nos confiesa
“Cuando yo estaba en cama, con mama químico farmacéutica y papa médico, eran miles de pastillas, jarabes e inyecciones. Para dejarme inyectar, mis padres no se les ocurrió mejor idea de darme Dashin (revistas de manga en papel bulky con muchas historias). Consumía las historias viéndolas, ya que no las podía leer por estar en japonés”
Esas revistas abrieron muchas puertas en su mente, primero, esa clara estética japonesa, de los ojos inmensos, esa gran expresividad y sobre todo Animales, muchos Animales, pero no Animales comunes, animales humanizados.
Pero lo que inició su verdadero fuego interior fueron, esas cosas para armar que venían en las revistas, así robots, vehículos, y muchas cosas, empezaron a poblar su cama y su mente. “Como se ingeniaban estos japoneses para de algo plano pasar a algo tridimensional.”
El lego, fue el paso lógico, pero el sentía que era un sistema de construcción mas grande pero limitado. Pero el camino de este joven constructor tomó un giro inesperado, la obligación familiar de pasar las tardes en la farmacia familiar, puso a su alcance cajas de cajas de pastillas. Se convirtió en un depredador de cintas scotch, con ella unía las cajas para formar, los robots y naves que estaban de moda en la TV.
“Era la historia de convertir las cajas en estos robots, de la TV, que eran carros, aviones. No jugaba con lo que construía, los regalaba en el colegio. El reto de construir algo que lo veía bidimensional, dentro de la televisión.”
Así poco a poco fue dejando el juego y se volcó más hacia la construcción. Entró a la universidad Católica, donde por unos años, lo invadió una onda medio oscura, influenciado por Martín Moratillo y Tola.
Al 4to año, algo toco su puerta, algo que tenia guardado en algún cajón de su mente
“Comienzo a revisar cuadernos antiguos y encuentro similitud con cosas que hacia en el colegio, claro sin la capacidad gráfica que tenía en la universidad”
Pero no era un algo era un alguien, así nació Leopoldo, su primer animal.
“Un jabalí parado en 2 patas, vestido con un saco y una chalina. Me lo imaginaba como un animal de climas tropicales, traído a Lima en Invierno, por eso el juego de la ropa como armadura, y él parado como desubicado”
Aldo hizo una pequeña travesura, tenía que presentar una escultura en madera y metal, como parte de sus cursos, pero no quería que la vieran sino hasta el final. Como un osado mago, hacia desaparecer a Leopoldo de las miradas de los profesores, estaba allí mas no lo veían. “Quería que fuera una sorpresa y algo privado, había parte de mi infancia metida allí, esa sensación de estar desubicado, que gobierna la adolescencia.”
Llegó el gran día, el telón se abrió y Leopoldo, fue muy bien recibido. Los maestros sólo pudieron hacer algunas apreciaciones técnicas.
Pero ¿por qué Leopoldo?, una pareja, se interesó tanto en esta escultura que le mandaban extraños mensajes al beeper “devuélvenos a Leopoldo”. Sin poseerla ya la habían hecho suya, era un miembro de su casa, incluso habían creado un lugar especial para Leopoldo.
Aldo quedo fascinado con esa relación, pues su actitud hacia su obra es totalmente desprendida, muy a lo los hijos, son hijos del mundo. “Al final cada persona es quien deposita un significado. Mas allá de eso las esculturas son receptáculos, donde la gente coloca un contenido determinado. Por eso se dice que una obra de arte tiene miles lecturas”
La conversación se vuelca hacia la madera, su material favorito. La considera carne, adora su textura y su calidez. Me asombra con su gran conocimiento de las maderas, que se pueden conseguir en Lima, y confiesa su gran amor por la madera de olivo.
El metal y la roca son para él un elementos, complementarios, a la madera, en sus manos se convierten en colmillos, ropa, corazas, ojos, y cientos de detalles. La fibra le da acabados muy agradables, pero siempre vuelve a la madera.
Hablamos de su paso por la universidad, donde compartió taller con Antonio Pareja. La proximidad con este artista, generó un ida y vuelta increíble. Es que Antonio Pareja es muy singular, autodidacta, provinciano, y enamorado de la madera como Aldo.
Antonio Pareja llego a la universidad, de una manera curiosa, se enteró que necesitaban un conserje para el taller de escultura, en una confusión de lenguas, con 2 artistas extranjeros encargados del taller, terminó participando en el taller.
Esto le permitió a Antonio Pareja, ver el paso de muchísimos artistas por el taller, los observó experimentar, a veces fracasar y otras lograr su objetivo. De toda esa experiencia bebió directamente Aldo. Codo a codo, conversaban, sobre sus particulares visiones del mundo, Antonio desde su universo del campo, y Aldo desde su visión de la ciudad. Eran sin lugar a dudas compañeros un singular juego de aprendizaje mutuo, al ver al otro se veían a si mismos.
Los animales eran muchas veces protagonistas de sus conversaciones, Antonio, recordaba los perros, los cóndores y las ovejas, el significado de ellos en su día a día. Aldo recordaba animales de su niñez, pero de una visión que brotaba de las páginas de las historietas y de la televisión.
“El cerdo y la vaca son los animales a los que tiene más acceso al hombre, de los que se aprovecha todo. El jabalí es lo mismo pero en la versión salvaje. Como que lo metí dentro de la sociedad.”
Volvamos entonces al jabalí, Leopoldo. Sin lugar a dudas, Leopoldo, es el punto de partida de un viaje en círculo, que son sus exposiciones. Los animales van evolucionando, exposición tras exposición. Ya no sólo muestran una intención, sino que se vuelven personajes más tridimensionales, con un trasfondo.
Allí es donde Aldo hace una parada en seco, y vuelve a casa. Crea una instalación, llamada “Reconstrucción de la ausencia”. La ausencia es la de su padre, inicia un proceso, muy curioso, entrevista amigos, familiares, y conversación a conversación, forma una nueva imagen de su padre, lo redescubre.
Nuevamente la madera, le muestra el camino, en este caso en forma de una puerta. Al morir su padre, toda una sección de la casa familiar fue cerrada, y Aldo la reabrió. Cubierto de polvo de años, estaba el consultorio médico de su padre, sus cosas más personales.
“Reconstrucción de la ausencia”, esta tan dentro de él que, la reconstruye en su nueva exposición “Otto”.
Otto, es un oso negro, pero no es un oso cualquiera, es un oso citadino, es un reflejo de nosotros como limeños, habitantes de edificios. Así en edificios, llenos de ventanas, Aldo, nos permite ejercer ese deseo Voyeur de espiar al prójimo, y por supuesto también de ser vistos.
Amor, desamor, pasión, aburrimiento, todo un subibaja de emociones y situaciones, sin ningún orden específico. El público le pide que ponga un orden a esto, que los guíe. ¿ qué ventana ver primero, que ventana ver después?, le preguntan. Pero Aldo, nos ha jugado una nueva broma, en este caso interactiva, el orden lo pone uno mismo, y también la censura, algunos asistentes rechazan algunas escenas de Otto. Curioso ver un oso negro suicidándose o haciendo el amor, es más duro para ellos de lo que pueden ver por Internet, en la televisión, o en su día a día.
La mirada urbana sale de los edificios y viene ”Zoociedad”. Su mirada de nuestra Lima.
La colección de animales involucrados, en esta fauna limeña es bien interesante.
Un búfalo, conductor de combi, con una actitud nada amable, obviamente
Un jabalí, policía de tránsito, listo para servirse de nosotros, dándonos unas “voluntarias” rifas, para pasar caleta obviamente usa lentes oscuros.
Un felino indeterminado, un político, sale de una caja que dice voto popular, muy a la tela, y con un dedo que indica a donde se va ir el pronto.
Un ratón, un ladrón, apoyado en un muro, nos taza, a ver si valemos la pena, ser desplumados.
Un perro borracho, cierra este circo.
Aldo para la exposición crea uno de sus juguetes de infancia, y nos invita a jugar con el. La información de la muestra viene en un cartón, que doblado adecuadamente, se transforma en una Combi, donde coloca a todo este zoológico.
Así pues, con esta Combi en mi mano, abandone su casa, habían pasado 83 minutos en mi grabadora.
Un momento, aún no dejen de leer, les confesaré, que voy hacer trampa. Olvide completamente preguntarle a Aldo su opinión sobre el circo. Así que lo tuve que llamarlo por teléfono.
Aldo y el circo, le fascina el espectáculo, los colores, y sobre todo ese lado lúdico, ese disfrute. Y como supongo ya imaginan, le desagrada ese lado atroz y cruel, que es el trato a los animales involucrados en algunos actos de circo. El circo opina refleja mucho del alma humana, con esa capacidad dual, de lo sublime y de lo más oscuro y mísero.
Se cierra pues el telón, cuento con su participación en los aplausos.
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