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miércoles, 8 de febrero de 2012

Boligán expone en Portugal,ESPEJO DE TINTA

El próximo 18 de Febrero se inaugura la Exposición –ESPEJO DE TINTA del genial Ángel Boligán la misma que estará visible hasta el 25 de Marzo de 2012 en Celeiro da Patriarcal – Vila Franca de Xira, Portugal .
Esta exposición patrocinada por la Cámara Municipal de Vila Franca de Xira cuenta con 100 dibujos, 80 de ellos originales y 20 reproducciones de obras digitales con firma original, la selección de la obra y la curaduría realizada por el prestigioso caricaturista portugués Antonio Antúnez cuenta con obras realizadas desde 2002 hasta la fecha y abarca todas las ramas del humor gráfico en que se mueve el trabajo de Boligán, Gag/Humor, Opinión, Historietas, Caricaturas Personales e Ilustraciones.

También será presentado el libro que servirá de catálogo y reproduce todas las obras expuestas en la muestra y que lleva el mismo titulo –Espejo de Tinta- titulo de mi espacio dominical en el diario mexicano EL UNIVERSAL desde hace ya varios años, las palabras de presentación o prólogo del libro las realizó el gran periodista mexicano Jorge Zepeda Patterson.


"Boligán afirma que es cubano, pero igual podría ser mexicano, argentino o alemán. Sus cartones son tan universales como el futbol, el amor o una banca en el parque. Sólo su acento de eses cortadas y la rotunda cadera de las mujeres de sus dibujos revelan sus orígenes tropicales. Pero los innumerables premios internacionales y la publicación regular de su obra en todos los continentes lo han convertido desde hace tiempo en un ciudadano del mundo.Es una de las ventajas de ser un humorista que no necesita de traductores. Y no sólo porque los personajes son mudos y los cartones carecen de título. Se requiere mucho talento para asumir que basta un trazo atractivo y un mensaje diáfano para entregar estos poderosos mensajes que no necesitan de exégesis ni pies de página. Y sin embargo Boligán lo logra una y otra vez. La imagen de marines norteamericanos clavando sobre el planeta una bandera USA con código de barras me resulta más categórico que un tratado sobre globalización. Un enamorado que ve en la mujer que le acompaña un corazón romántico que dos copas más tarde se ha convertido en un corazón erótico.Los dibujos de Boligán conciten la sonrisa inmediata. La carcajada, si la hay, suele venir después de unos instantes. Pero a veces ni eso. Mi primera reacción al ver uno de sus cartones es el gozo frente al ingenio y la cavilación sobre los varios mensajes que anidan en las figuras plasmadas. Un hombre aspira con deleite una línea blanca del logo CocaCola partido a la mitad. La democracia encarnada en Marilyn Monroe deja flotar su vestido con la brisa que emana de la urna electoral sobre la cual está parada. Dibujos que entrañan mucho más que una ocurrencia y obligan al lector a seguir rumiando los efectos colaterales de imágenes aparentemente explícitas.Mi segunda reacción es la de querer compartirlo con alguien. Los cartones de Boligán obligan a una lectura promiscua, a tener a alguien a la mano, a un interlocutor que nos de la coartada para alargar ese instante en el que hemos saboreado un trazo genial. Por eso creo que este libro no es para leerse en torre de marfil o en isla desierta. ¿Cómo aguantar en solitario las sensaciones que provoca un Jesucristo y dos soldados romanos al pie de la cruz en espera del equipo de producción de un reality show?En sus cartones de denuncia hay una mirada sagaz y crítica, pero no amargada. Sus objetos de burla son los grandes banqueros, empresarios y alto clero, por lo general dibujados con cuerpos enormes e hinchados y cabezas liliputenses. Y viceversa, entre más amable le resulta el personaje del que se ocupa, más posibilidades tiene de quedar plasmado con una cabeza de proporciones razonables.Sus dibujos con temas de denuncia son buenos, pero los que desnudan el alma humana son aún mejores. El rumor maledicente que pasa por un oído para poder acuchillar al ángel. El hombre con el ramo de flores que empequeñece a medida que se acerca a la mujer hermosa. La dama enorme que ha elegido el espejo estrecho.
Me parece que el mayor atributo de Ángel Boligán es su enorme talento como ilustrador, en el sentido más auténtico del término. Ilustra como nadie un fenómeno, una sensación. Sus dibujos podrían ser afiches de colección. La oveja negra que conmina desde el estrado a la muchedumbre blanca. El dólar avión que destroza una torre Wall Street. El tratante de mujeres que exhibe una pierna femenina en cada dedo de la mano. Son portadas de libros o posters para no olvidarse.Boligán suele ser tacaño con el uso de la paleta de colores. Los chillantes son precavidos y estratégicos, como el músico que prefiere provocar emociones por la armonía lograda y no por la estridencia fácil. Su trazo es propio de alguien que durante años ha trabajado regularmente en los confines del blanco y negro de la prensa diaria. Por lo mismo, sus colores explotan sobre fondos grises y negros de manera calculada para atraer justo la mirada al centro del mensaje.La mejor tradición del comic ha inspirado la impronta de estos dibujos. Ecos de lo mejor del manga o del comic darcketo. Hombres con sombrero en trazos angulosos que hacen recordar al Dick Tracy más oscuro, mujeres con vestidos vaporosos de una época que podría pertenecer al pasado, pero también a un futuro retro.Unos y otros dibujados por una pluma talentosa, poderosa, eficaz.La recopilación de estos cartones de Boligán hacen un espléndido objeto de deseo. Un volumen que ofrece una gratificación inmediata por el placer estético del dibujo y el festejo del humor que entraña. Y un efecto secundario, gracias al impacto de un ingenio que seguirá asaltándonos muchos días después de haber cerrado las pastas de este libro.Jorge Zepeda Patterson"

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