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jueves, 2 de octubre de 2008

El aporte de la historieta a la formación en la reflexión crítica

El aporte de la historieta a la formación en la reflexión crítica
Por Raschid Rabi


Tradicionalmente es común oponer la imagen y el concepto. Simbolizar y abstraer corresponden a dos acciones distintas, pero esto no supone necesariamente el tener que oponerlas. Sin embargo, esta contraposición entre la representación simbólica y la explicación conceptual ha tenido un antiguo enfrentamiento dentro de la tradición filosófica. Un ejemplo clásico es la expulsión de los poetas de la república de Platón (*1) , ya que crean imágenes de las cosas y nos alejan de las “ideas” de las mismas desviándonos de la verdad. La “imagen” duplica la realidad. Por tanto, nos engaña y distorsiona de la contemplación adecuada de las cosas.

Hoy, en día, la disyuntiva parece ser similar. Sin embargo, el contexto es distinto. Actualmente, los medios audiovisuales en formatos tradicionales (cine, televisión, fotografía, etc.) o virtuales (Internet, celulares, etc.) parecen haber cobrado mayor vigencia frente a la elaboración conceptual. Si algo no logra ser visible por estos medios, pierde relevancia e incluso se le atribuye falsedad. Ser visible, tener el soporte de imágenes, puede sustentar el valor de verdad de algo (el ejemplo más cercano a nosotros son las imágenes grabadas en video de la sala de reuniones de Vladimiro Montesinos – la mejor prueba de la corrupción a pesar de las pruebas e indicios previos acumulados -). En este contexto, lo especulativo o conceptual pierde preponderancia y se vuelve, más bien, en lo oscuro y poco claro. A más de dos mil años de la expulsión de los poetas de la organización política de Platón, ellos parecen, por fin, haber sido vengados.

Sin embargo, no es la finalidad del presente texto dedicarse a la aparente oposición entre la imagen y el concepto, sino, más bien, se propone destacar el aporte del lenguaje visual de la historieta como soporte de la reflexión filosófica, a pesar de la aparente relación dificultosa entre imagen y concepto. Así, no nos hemos propuesto especificar el elemento filosófico propio de toda historieta, sino, más bien, la posibilidad de emplear el comic para presentar o indicar (desde el plano simbólico) algunas temáticas específicas de la filosofía (en el campo especulativo). Consideramos que ambas, historieta y filosofía, se pueden complementar para contribuir a una formación reflexiva en problemas tradicionales de dicha actividad.

Esta exposición se divide en dos partes. La primera sección aborda las características principales de la historieta y las posibilidades de este medio para la reflexión filosófica. En la segunda sección, abordaremos dos ejemplos concretos: utilizaremos un número específico del personaje de historietas “Hombre Araña” (Spiderman) y, también, veremos el primer número de la historieta “Luchín Gónzales” del autor peruano Juan Acevedo. Ambos casos nos permitirán reflexionar sobre dilemas éticos concretos

(*1) Platón, La República, Libro X, 596b – 608b. Hay que señalar que las “ideas” en Platón no suponen lo que entendemos hoy en día como con este término (abstracción realizada en nuestra mente). Sin embargo, no ahondaremos en este punto para no desviar nuestra atención del tema principal del texto.

Un medio olvidado y rico en posibilidades: la historieta (2)

Una pregunta inicial que podemos hacernos, antes de examinar las características de la historieta, es la siguiente:

Si la historieta es una práctica muy sencilla de realizar (sólo requiere una superficie para dibujar y un instrumento para realizar imágenes), ¿por qué su aparición es tardía en nuestra historia y recién surge con fuerte presencia en los inicios del siglo XX?

La respuesta es la siguiente: la historieta nace con el surgimiento de las posibilidades dadas por la impresión masiva a través de las rotativas y los periódicos publicados diariamente en los Estados Unidos (3) . El ingreso de la historieta a nuestra cultura ha sido por la puerta posterior y desde abajo: se buscaba ofrecer entretenimiento en las últimas páginas de los diarios, las cuales fueron el refugio de las clases bajas iletradas. Estas secciones de los diarios estaban al alcance del nivel de dominio del idioma inglés para estos grupos de trabajadores provenientes o descendientes de inmigrantes de Europa . Ese estigma aún no se lo ha podido quitar la propia historieta e incluso ella misma ha dado origen a lo que conocemos como “prensa amarilla” con el personaje conocido como “Yellow Kid” – el chico amarillo – que se burlaba de las costumbres y de las condiciones de vida de las clases trabajadoras en los barrios obreros.

El origen señalado nos permite comprender mejor el poco aprecio que se le tiene a este medio. Sin embargo, esto no debe eliminar las posibilidades que se pueden encontrar en la historieta para la formación en la reflexión crítica. En tal sentido, nos interesa destacar tres componentes fundamentales:

- La relectura como herramienta similar a la reflexión.
- La narratividad como el hilo conductor de hechos a ser integrados y entendidos como una totalidad.
- La dimensión simbólica como una forma reveladora de comprender mejor lo vivencial o cotidiano.

(2) Como definición general y operativa, apelamos a la siguiente: “…la historieta… (es)…un discurso articulado mediante un dispositivo gráfico de creación de sentido, basado esencialmente en la coexistencia de más imágenes dibujadas. Con esta definición voluntariamente vaga, elimino dos requisitos que no considero indispensables: el globo y la narración…” (Lucioni: p. 257)
(3) “La historieta es una hija de U.S.A. Por más que las historias del NOVENO ARTE fraguadas en Europa se remonten a Altamira o a los retratistas oficiales de Nefertiti, hay un salto inconfundible entre las anteriores asociaciones de imagen y texto en secuencia narrativa – hasta nuestro (peruano) Guamán Poma de Ayala hizo lo suyo hacia mil seiscientos – y esos inconfundibles, por torpes y salvajes, ensayos de algo nuevo que no sabía su nombre pero crecía. Un alud informe de DAYLIES (- tiras cómicas diarias -) que avanzaba desde el fondo hacia delante en las páginas más coloridas del Chicago Tribune o equivalentes; que bajaba desde el fondo – editorial – de los SYNDICATES yanquis (- asociaciones de productores de tiras cómicas y propietarias de los derechos de las mismas -) hacia el sur, en un mundo que los esperaba con los diarios abiertos.” (Sasturain: pp. 55 – 60).
(4)Muchos de los primeros historietistas también compartían estas características con su público como Jack Kirby o Will Eisner (descendientes de familias judías de Europa oriental).
(5)Tal vez esto agregue, para muchos, un motivo adicional para no darle el lugar que se merece a este medio de comunicación.


En el caso de la relectura, la historieta nos permite regresar de forma parcial o total sobre un comic. El leer una o más veces una historieta es análogo al proceso reflexivo, ya que no sólo revisamos la lectura inicialmente hecha, sino también las ideas planteadas sobre lo visto. Al re-leer, estamos revisando lo que, en un primer momento, pensamos o pretendimos plantear para comprender mejor la historieta leída. Sin embargo, podemos encontrar así, gracias a la relectura, una, dos o más versiones de lo leído que pueden complementarse, oponerse o conducir a una perspectiva distinta de las previas e inesperada.

En cuanto a la narratividad, como nos los señala McIntyre[1], se trata de una forma básica como todos nosotros organizamos nuestras acciones y realizamos la historia de nuestras vidas. Ubicamos así en una secuencia las acciones pasadas que nos permiten comprender quiénes somos en el presente y hacia dónde nos proyectaremos a futuro. Esta narrativa personal se inscribe en narrativas mayores propias de nuestro entorno social y de nuestra cultura.

El ejemplo clásico de lo planteado es la narrativa de cada uno de nosotros: cuando pensamos en quiénes somos, nos remitimos a una serie de hechos pasados que ordenados de una forma determinada nos permiten comprender quiénes somos en este momento del presente. No podemos equiparar todos los momentos pasados. Es una tarea infinita e imposible. Más bien, seleccionamos lo relevante que explica mejor lo que hacemos hoy en día a través de nuestras creencias, prácticas y valores y separamos aquellos hechos que no han contribuido a esta narrativa personal[2]. De esta forma, la historieta basada en la narrativa (aunque no todo comic es narrativo) permite al lector o lectora ejercitarse en este proceso de elaboración de secuencias a través de hilvanar las viñetas para darle un sentido de totalidad al relato.

Finalmente, la relación entre palabras e imágenes integradas en la historieta hacen posible la dimensión simbólica del comic. Esto permite, muchas veces, comprender mejor aspectos difíciles de transmitir en el lenguaje cotidiano o por escrito. Este es el caso de la historieta “Maus” del dibujante Art Spiegelmann, quien relata la vida de sus padres sobrevivientes del campo de concentración de Auschwitz. Spiegelmann utiliza representaciones simbólicas de las nacionalidades partícipes del relato: los judíos son ratones; los alemanes son los gatos; los estadounidenses son perros y los polacos, chanchos. Esto permite un mayor nivel de comprensión y acercamiento por parte del lector hacia un relato extremadamente duro y cruel. Como en los cuentos de hadas, en términos de Bruno Bettelheim citado por MacIntyre, en la historieta, “el niño (o el lector) aprende cómo comprometerse con, y percibir un orden en una realidad social; y el niño (o el lector) al que se le priva del tipo correcto de cuentos de hadas (o de historieta a nuestro modo de ver) en la edad correcta será proclive a adoptar estrategias para evadir una realidad que no ha aprendido cómo interpretar o manipular[3].



[1] Ver referencia en la bibliografía final.

[2] Ver el trabajo de Taylor o Gamio al respecto.

[3] MacIntyre: p. 86. Este planteamiento es similar al de Juan Sasturain en su análisis sobre las historietas de aventura argentinas (Sasturain: pp. 59-60)


A partir de los elementos señalados, nos interesa proponer dos ejemplos de historietas que permiten, a través de las tres características antes señaladas, apoyar la formación de reflexión crítica en adolescentes introduciéndoles a discutir problemáticas concretas. El primer caso corresponde al número uno de la historieta de “El hombre araña” publicado por el diario “Perú 21” el último sábado 13 de Septiembre[1] y el segundo es el primer número del comic “Luchín Gónzales” de Juan Acevedo desarrollado para CEAPAZ en el año de 1988.

La primera historieta nos cuenta la experiencia de Peter Parker, cuya personalidad secreta es la del hombre araña, como docente en una escuela de los barrios pobres de Nueva York. En su labor en el aula, descubrirá que una de sus alumnas, Jennifer, que se duerme en clase, vive con su hermano Steve en un refugio. Ambos fueron abandonados por sus padres y ella intenta terminar el colegio, mientras vela, al mismo tiempo, por su hermano, quien es drogadicto. En este episodio, este último sufrirá una sobredosis y será auxiliado por el profesor de su hermana en el rol del hombre araña.

En el caso de “Luchín Gónzales”, tenemos el relato del protagonista, quien es periodista escolar y ve el abuso de un chofer hacia un niño que pretendía limpiarle las lunas del carro. Al escuchar la palabra “Policía”, el niño de nombre Raúl huirá del lugar dejando regado sus ganancias del día y se irá hasta un pueblo joven seguido por Luchín, quien desea devolverle su dinero. En el pueblo joven, se enterará de la historia de Raulito, su familia y los vecinos de dicha zona, quienes provienen del pueblo de Atojmarca de nuestra sierra. Ellos debieron abandonar su localidad y venir a Lima escapando del conflicto interno entre Sendero Luminoso y las fuerzas armadas que los terminó colocando entre dos fuegos.

A nuestro modo de ver, ambas son dos historietas dirigidas a adolescentes que permiten la re-lectura (reflexión) de lo planteado a través de la toma de diversas perspectivas frente a lo narrado. Las características de la trama de cada una de ellas permiten adoptar el relato de la historieta desde la perspectiva del protagonista-narrador de la historia (Peter Parker en un caso o Luchín Gónzales en el otro) o, a su vez, también es posible tomar el punto de vista de los personajes infantiles, quienes son ayudados por el protagonista a revelar su narrativa personal (Jennifer o Raulito según sea el caso). Ambas obras plantean situaciones que podríamos formular a modo de problemas y en forma de pregunta:

“¿Es correcto que Peter Parker, como profesor, actúe solo con respecto a su alumna Jennifer sin avisarle a las autoridades del colegio o, tal vez, tiene miedo de avisarles y que Jennifer vaya a un orfanato por haber sido abandonada por sus padres? Sin embargo, ¿no estaría Jenifer mejor cuidada en esta institución? ¿Peter Parker está siendo solidario o egoísta pensando que todo lo puede por ser el hombre araña?”

O, en el caso de la historieta de Luchín Gónzales, podemos preguntarnos:


[1] Ver referencia en la bibliografía.



“¿Es correcto que Luchín se meta en la vida de Raulito (un chico que recién conoce)? ¿Por qué no le devuelve el dinero y se regresa a hacer las cosas que estaba haciendo? Tal vez está interesado en tener una nota para su periódico escolar, pero ¿eso no lo haría egoísta o es solidario al hacer esto y difundirlo? ”

El abordar estas preguntas permitirá reconstruir diversos argumentos sobre las motivaciones de cada uno de los personajes. Esto permitirá distinguir las narrativas egoístas o solidarias de cada personaje y, tal vez, comprender mejor la posibilidad del altruismo (el dejar de lado lo concerniente a nosotros mismos y dedicarnos a preocuparnos por los asuntos de los demás). Esto dará pie a discutir sobre las posibilidades de la solidaridad dentro de los contextos y posibilidades de cada personaje (en este sentido, se deberá realizar una reconstrucción de aquello no relatado en cada historieta). Así, se podrán comprender mejor los procesos de toma de decisiones de cada personaje para haber optado por ayudar al otro o, por el contrario, el proceso para estar dispuesto a recibir la ayuda ofrecida.

De alguna manera, ambas historietas nos permiten girar alrededor de la pregunta ética fundamental: “¿Por qué debemos ser solidarios?”. Los personajes de cada historia pueden servir de recreaciones simbólicas sobre los diversos roles que adoptamos también en las narrativas de nuestras historias personales, que, a su vez, se insertan en las narrativas mayores de nuestras familias, comunidades, tradiciones e historias.

La ventaja de las historietas respecto de nuestras vidas es que son percibidas como relatos cerrados (a pesar de no serlo explícitamente, ya que el lector siempre tiene la posibilidad de abordarlos como cerrados). Por tanto, ya sabemos cómo concluyen o anticipamos este término. Sin embargo, este cierre nos permite, por otra parte, de forma aparentemente contradictoria dejar abierto todo el proceso de reflexión crítica sobre cómo hubiéramos actuado en nuestras propias narrativas personales, si cada uno de nosotros o nosotras hubiera estado en el lugar de Luchín, Peter, Jennifer o Raulito.

De esta forma, un proceso de lectura de historietas como el antes citado permitirá al lector o lectora la posibilidad de abordar su propia narrativa de forma enriquecida al añadirle el elemento de la reflexión crítica ejercida en el relato de ficción. Si este elemento se hace presente, entonces, se habrá logrado el proceso de aprendizaje propuesto. Cabe añadir para finalizar, que,

al margen de los ejemplos citados, esta presentación ha intentado también invitarlos a utilizar elementos de la cultura popular (historietas, animación, canciones de música popular, etc.) para ampliar nuestras posibilidades de reflexión crítica sobre temas presentes en nuestro quehacer actual.

Bibliografía

Acevedo, Juan, Luchín Gónzales Nº 1 (1988)

Eco, Umberto, Apocalípticos e integrados, Barcelona, DeBOLS!LLO, 2004.

Gamio, Gonzalo, Racionalidad y conflicto ético, ensayos sobre filosofía

práctica, Lima, CEP, 2007

Lucioni, Mario, La historieta peruana, 1 en: “Revista Latinoamericana de

Estudios sobre la historieta, Vol. 1, no. 4”, La Habana, Cuba, 2001, pp. 257 –

264.

McIntyre, Alasdair, Crisis epistemológica, narrativa dramática y filosofía de la ciencia en: Estudios de Filosofía Nº 5 (2003), pp. 83 – 100.

Platón, Diálogos, t. IV. La República. Madrid: Gredos, 1992.

Polo Santillán, Miguel Ángel, La morada del hombre, ensayos sobre la vida ética, Lima, Fondo Editorial de la UNMSM, 2004.

Sasturain, Juan, El domicilio de la aventura, Buenos Aires, Colihue, 1995.

Straczynski, J. M., John Romita Jr. y otros, The Amazing Spiderman Nº 478 (2001) publicado por el diario “Perú 21” (13.09.08)

Taylor, Charles, Fuentes del yo, la construcción de la identidad moderna, Barcelona, Paidós, 1996.

Varnum, Robin y C. T. Gibbons (ed.), The language of comics, word and image,

Jackson, University Press of Mississippi, 2001.


2 comentarios:

  1. Un lujo de articulo Raschid, te agradesco que aceptaras la invitación de LaNuez.
    Javier

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  2. Anónimo10:18 a.m.

    Las gracias a tí, Javier, por la oportunidad de apoyarlos y, más bien, poder intercambiar ideas y seguir dándole vueltas a estos asuntos.

    ... y las gracias a Chiqui (porque "indirectamente" también tiene que ver con esta colaboración... je).
    Un abrazo,


    Raschid

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