Para que «Juan, el tintero» fuera real se necesitaron más de 15.000 hojas de block y 7 años de trabajo. Este mediometraje está listo gracias al talento de un grupo de «animados» de la ciudad que creyeron en el sueño de crear.
Por:
Juan David Murillo Hoyos/jmurillo@elmundo.com
Juan, el personaje larguirucho y de pelo largo, vive en un pueblo sin nombre de alguna esquina del territorio nacional. Su apellido es Pulido, tanto como su figura. Sin embargo siempre firma como «Juan, el tintero».
Juan es un sujeto soñador que vive en función del dibujo, tanto como su padre, Edwing Solórzano, quien sólo hasta ahora puede apreciar a su «hijo», con el que soñó desde hace más de 7 años.
Solórzano, guionista de «Juan el tintero» afirma que «la tela de la realidad está tejida con el hilo de nuestros sueños». No presume de filósofo, ni pensador, pues cree que que todo en el mundo, hasta las frases célebres, se crean a partir de las ideas de otros.
Es Diseñador Gráfico de la Universidad Pontificia Bolivariana y después de trabajar por varios años en medios de comunicación locales, se dedica en la actualidad a su empresa de dibujos animados «Animateam Ltda».
El mediometraje «Juan el tintero» recibió en 1998 un estímulo de 25 millones por parte del Ministerio de Cultura, al obtener el primer lugar dentro de la categoría «Chiquitos pero picosos» de las convocatorias cinematográficas.
Aunque existe talento de sobra para las producciones gráficas en el país, el presupuesto se queda corto para ver resultados.
«Es más fácil vender una rumba de vallenatos, que vender una película» expresó Edwing Solórzano, quien durante muchos años ha aportado sus ideas en la creación de los personajes, así como buena parte de su presupuesto en la producción.
Juan, el soñador
La pasión de Juan el tintero es el dibujo, labor que realiza hasta en los sueños. Trabaja como ilustrador en un periódico y en sus ratos libres adelanta el diseño de un aeromodelo para participar en un concurso que tiene como premio un recorrido en globo por el mundo.
Por su obstinación y esmero, se le puede calificar de «Quijote», tanto como al grupo de creativos a los que el sueño se les creció hasta convertirse en realidad.
Entre 25 y 30 personas aportaron en la creación de «Juan el tintero», pero el paso del tiempo hizo que muchos de ellos desistieran. Sólo 12 vieron como los trazos grises se llenaron de color.
Es claro que en siete años las cosas han cambiado. Las canas se ven y también las ganas de ver resultados. Según su creador, «la variación más brava fue cuando nos ganamos el premio. La historia fue creada en dos cuartillas y un cuento muy sencillo que daba para 3 minutos. Cuando nos ganamos el premio decidí engordar esto porque sólo daban tres millones para el corto y 25 para el mediometraje. No sabía yo en la que me iba a meter...». Confiesa que llegó a sentirse desesperado ante los cuestionamientos de la gente que quería ver resultados.
Uno de los primeros obstáculos fue llegar al Ministerio de Cultura con una propuesta animada, ya que los estímulos se dirigían a producciones de acción en vivo.
Autobiográfico
Sin pretender ser autobiográfico, «Juan el tintero» tiene mucho de su creador. De sus barrios, sus lugares, su creatividad, su experiencia laboral.
Según Solórzano los animados permiten mostrar lo que somos, de una manera positiva, sin caer en el cliché del colombiano mal hablado y violento que muchas veces presentan los medios.
De hecho «Juan el tintero» incorpora elementos de la cultura tradicional, de lo religioso y la idiosincrasia nacional, que se traduce al mundo en el lenguaje universal de los sonidos.
«La gente no sé si va a captar el cuento porque no tiene voz. Se hizo para que fuera universal. No queríamos coloquialismos, queremos que nos vean en Rusia, en Japón, que vean nuestras casitas en otras partes» indicó Solórzano, quien reconoció que es difícil medir el impacto o la manera en que el público pueda interpretar la historia de Juan.
La película no busca únicamente un tipo de espectador; sus realizadores quieren demostrar que los dibujos no son sólo para los más pequeños.
«Decir cosas con dibujos es una berraquera, y no es para niños. La gente no sabe que tenemos una mitología propia, una forma de ver el mundo» afirmó Edwing.
Según Solórzano, hacerlo mudo es también para demostrarle a la gente que hay lugares en los que nos podemos comunicar todos .
Poesía e ilusión se entremezclan en la trama de esta producción animada, que presenta sin adornos a la mujer gordita, a la voluptuosa y al hombre noble.
En este momento, el sueño de Juan es poner a volar al público de Medellín por una ciudad de color en la que no se distinguen los límites de la realidad y la fantasía.
Fuente:
http://www.elmundo.com/la_movida.htm
PD: Solo restaría remarcar que el amigo Edwing Solorzano es uno de los animadores mas consistentes de la movida latino americana, un maestro siempre dispuesto a ofrecer su conocimiento y talento para que la animación surja como un movimiento coherente basado en las propias raíces culturales de cada pueblo .
Congratulaciones Ed y que siga el animo.
Conmueve leer acerca de esta travesía
ResponderBorrarcreadora, constante,llena de buena, enérgica voluntad.
Me gustaría que mi miño y yo veamos
'Juan, el Tintero'...pronto.
Un cálido salute.